Ayer, martes, murió "el poeta de los ojos tristes", Juan Gelman, en su casa de Ciudad de México, donde vivía desde 1988 y a donde llegó huyendo de la dictadura desde su Argentina natal.
"Hijo de emigrantes ucranianos, se enamoró de la poesía con los versos de Pushkin en ruso que recitaba su hermano, y que él no comprendía, y escribió sus primeros poemas para sus amores de barrio de su Buenos Aires natal. No recordaba esos primeros renglones, porque trataba de olvidar todo, pero sí se acordaba de algo: "Ella se llamaba Ana".
Tras esos primeros escarceos con el verso, se hizo poeta, contra el criterio de su madre, que le auguraba que nunca se ganaría la vida con eso. Pero se equivocó. Autor de libros como Violín y otras cuestiones, El juego en que andamos, Velorio del solo, Gotán, Sefiní, Cólera Buey, Mundar u Hoy, su última obra, el poeta alcanzó el reconocimiento unánime de las letras españolas y ganó entre otros el premio Cervantes, el Juan Rulfo, el Neruda y el Reina Sofía de Poesía Latinoamericana.
Maestro de un "oficio ardiente", de versos que hablan del amor, la muerte y el dolor, combinó la poesía con la militancia política y su defensa de los derechos humanos. Sin embargo, desdeñaba el término de "poesía comprometida" porque creía que la ideología y la obra de un escritor estaban a menudo conectadas por canales oscuros." (Bernardo Marín, en El País).
"Arte poética"
Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío,
como un amo implacable
me obliga a trabajar de día, de noche,
con dolor, con amor,
bajo la lluvia, en la catástrofe,
cuando se abren los brazos de la ternura o del alma,
cuando la enfermedad hunde las manos.
A este oficio me obligan los dolores ajenos,
las lágrimas, los pañuelos saludadores,
las promesas en medio del otoño o del fuego,
los besos del encuentro, los besos del adiós,
todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre.
Nunca fui el dueño de mis cenizas, mis versos,
rostros oscuros los escriben como tirar contra la muerte.
Haz clic en los títulos para leer otros textos del poeta: "Preguntas", "La economía es una ciencia", "Oración de un desocupado", o para escuchar su voz leyendo el poema "Lluvia".
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