Si algo nos ha quedado claro durante este curso es que leer es viajar. La literatura es una travesía maravillosa, un viaje a mundos ignotos. Gracias a la imaginación y al buen hacer de nuestros profesores y alumnos, este año no hemos parado de viajar y hemos visitado lugares realmente "extraños" y desconcertantes.
Publicamos los seis microrrelatos que fueron seleccionados por el programa de radio de Canal Extremadura "El club del sol" y que fueron leídos y comentados por Belén Villegas, Sandra Torrado, Esperanza Torres, Juan José Marabé y por mí mismo. No nos olvidamos tampoco del minicuento de Francisco Duarte, leído por la radiofónica voz de Juan Carlos Acosta.
Los demás microrrelatos serán enviados a Peñaranda, la revista de nuestro centro, y podrán leerse allí. Espero que os gusten.
Os dejo de nuevo el enlace del programa de radio.
Un extraño accidente.
No
recuerdo muy bien el accidente. Hoy, 23 de marzo, he despertado. Soy mayor.
Francisco Duarte Fernández. 1º bachillerato B.
Un día normal.
Una
mañana, como otra cualquiera, me levanté.
Era
extraño, no había ruidos. Me encontré el
café frío, me lo tomé y me fui al trabajo.
Al
entrar en la oficina, saludé a mis compañeros, pero no obtuve respuesta de
ninguno de ellos. Parecía que nadie me veía.
Era la hora de la comida, la gente seguía sin decirme nada. Al terminar la jornada,
volví a casa y todo seguía igual. Sólo
estaba la cena, esperando.
Al
terminar la cena, me senté a ver la tele y solamente estaba el programa
repetido de ayer.
Esperanza Torres
del Castillo.
1º Bachillerato A.
Ferias de San Juan
Estoy
en las fiestas de San Juan; la gente había dejado sus trabajos para venirse a
la Feria. Yo estoy en el puesto de venta, esperando que algún niño me compre.
Pero, con esta crisis, los padres o abuelos no me quieren comprar… “total –le
dicen- pero si es solo un trozo de plástico que no sirve para nada”. Aunque lo
que no saben es que tengo helio dentro, un gas muy ligero presente en el
universo, y que provoca que nos elevemos a lo alto.
De
repente, un niño me señala con el dedo. Veo que le dice a su abuelo que le
compre uno. ¡Me ha cogido a mí!, el globo rojo, qué ilusión la mía y la del
niño por tenerme. Me coge y va corriendo a enseñarme a su abuela, pero con la
emoción que tiene, el niño no me agarra bien y me ha soltado de su mano. ¡Ay,
ay, ay! –grita el niño-. Y yo pienso mientas me alejo: ¡Corre a cogerme, corre!.
Ya es tarde para alcanzarme, estoy demasiado alto viendo al niño llorando, voy
a mucha velocidad subiendo. ¿Qué alto estoy! ¡Qué bonito se ve Badajoz desde
aquí! Aunque, de repente, ya no veo claridad, ni la feria. ¿Dónde estará el
niño que me compró? Ya estoy sobre las nubes, son como esponjas…Sigo
subiendo, esto es infinito, no se acaba. Y ahora ¿qué hace un globo aquí
arriba? Veo la esfera de la Tierra, las estrellas, todo es muy relajante. De
repente, me ciega una luz, es el sol, está muy caliente, es espectacular. Estoy
viendo los planetas y, de pronto, un espacio vacío, todo negro, doy vueltas y
vueltas… Estoy en un agujero negro… me adormezco… me duermo… no soy nada.
Belén Villegas Jiménez
1º Bachillerato B.
Mi primer tren.
No era el tren más veloz,
ni el más confortable, pero ahora que había llegado el momento, casi le daba
lástima bajarse. Desde que se subió, había ya demasiadas horas para contarlas,
había cruzado ciudades, ríos, campos de trigo, de manzanas, de girasoles. Cogió
su maleta, y se bajó con decisión.
La recibió un remolino de
gente que iba y venía en todas las direcciones. El bullicio, los olores, los
edificios, todo era nuevo y desconocido. Sus sentimientos luchaban por percibir
todas las sensaciones a la vez. Asustaba un poco, pero el deseo de avanzar era
mucho más fuerte.
El viaje acababa de
empezar.
Sandra Torrado Cordón1º Bachillerato B.
Extrañas aventuras.
Juan José Marabé.
1º Bachillerato A.
El
corazón de Conrad.
Conrad
creció sabiendo de aquella travesía. Todos hablaban de una noche cerrada que,
apenas se abría, volvía a cerrar. Para sus adentros, Conrad pensaba: ¡no es
la falta de luz lo que importa, sino los 40 segundos de oscuridad! Como
todos, Conrad nunca creyó que tuviese que realizar aquel extraño viaje.
Le gustaban las noches de verano; era feliz con la apacible claridad del
mediodía y la luna de las mañanas. Sin embargo, un día luminoso, alguien
le empujó a traición a aquel brumoso túnel. Pie tras traspié, Conrad comenzó a
caminar. Era verdad, en el corazón de aquellas tinieblas veinte segundos no
eran la mitad de cuarenta, ni diez la mitad de veinte. Pero el viaje terminó,
aunque la luz del sol jamás fuera la misma.
Raúl
Fernández Martínez.
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