¿Qué sería de una sociedad en la que no existiesen los libros? ¿Cómo nos sentiríamos bajo el mandato de unos gobernantes que nos castigarían por leer o por esconder libros en nuestra casa? No hace falta imaginárselo. Ray Bradbury lo convierte en el hilo conductor de su magnífica novela Farenheit 451.
Ayer murió Ray Bradbury y con él, el mundo es un lugar más triste y con menos imaginación. Su afición por lo fantástico le llevó a relacionarse con un tipo tan extravagante e interesante como Ray Harryhausen, maestro de maestros en el diseño de maquetas en las películas de ciencia-ficción.
En sus páginas, descubrí hace muchos años mi afición por los libros.
Gracias, Ray, hasta dentro de un rato.
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